“¿Mami, me compras?”, una frase que todos los padres escuchamos con más frecuencia de la que quisiéramos y  que es muy común entre los niños, pues cada objeto hermoso y multicolor que se muestra en las vitrinas de las tiendas o esos bizcochos y galletas aparentemente sabrosos  que se cruzan en su camino, son simplemente una tentación impostergable y un  deseo incontenible, por lo tanto hay que tenerlo y para eso, hay que pedirlo. Todo muy lógico.

Nosotros solemos responder con un NO automático y casi robótico a estas peticiones, pues “no es necesario”, “no es el momento” o “no tenemos dinero para comprarlo''.

Claro que para los niños este último es un problema de fácil solución, porque vas al banco y si no tienes dinero, ahí te lo dan. Qué poco parece que sabemos los adultos de estas cosas lógicas y elementales, ¿no?.

Y es que para los niños es tan sencillo como esto, porque normalmente  preferimos dejarlos fuera de ciertas conversaciones, como las que tienen que ver con el dinero, en un intento de no involucrarnos en esas cosas que nos hacen perder el sueño y la calma al mismo tiempo. Es  por esto que no terminan de entender el mundo del dinero, para qué lo necesitamos, cómo lo conseguimos y por qué no podemos dejar esa reunión de trabajo para después de jugar a las escondidas.

Lo cierto es que incluir a nuestros hijos en temas de la vida cotidiana (de manera apropiada y oportuna, claro está), es una política familiar muy acertada, pues vuelve a nuestras niñas y niños, personas conscientes, consideradas, respetuosas y agradecidas.

Enseñar a nuestros hijos sobre economía y finanzas, es una forma de prepararlos para  la vida futura, explicándoles el valor del dinero,  de dónde viene y sobre todo, reforzando el concepto de que lo que tenemos no es producto de la suerte sino de nuestro trabajo y esfuerzo. 

Si queremos enseñar a nuestros niños sobre la economía y el valor del dinero, podemos empezar por conceptos sencillos y juegos en casa, pero sobre todo, dando un buen ejemplo. Aquí dejamos una lista de ideas y recomendaciones para poner en práctica desde hoy.

Comunicación:

Este es el primer paso para casi cualquier cosa que queramos lograr con nuestros pequeños. Hablemos con claridad y verdad sobre lo que el dinero significa en nuestras vidas, dándole la proporción e importancia justa, ni más ni menos.

De dónde sale el dinero:

A pesar de que la idea tan genial de los niños  de entrar al banco sin dinero y salir de él con dinero es sencillamente fabulosa por su simpleza y su lógica absoluta, es  importante explicar a los niños que el dinero que sacamos del banco o de nuestros monederos y billeteras, llega ahí como pago a cambio del trabajo que realizamos para otros o para nosotros mismos. El dinero que recibimos a cambio de un servicio o una labor específica, no es ilimitado, lo que significa que si no lo usamos  de manera inteligente y moderada, se acabará antes que el mes termine. Desafortunadamente (para los soñadores), el dinero no aparece por arte de magia en el banco, en nuestros bolsillos o debajo de  un colchón, y aún debemos trabajar para conseguirlo.

Consumo responsable:

Siempre vamos a cruzarnos con algo más nuevo, más bonito, más moderno o más rico que lo que ya tenemos, pero no por eso debemos adquirir cosas nuevas o gastar nuestro dinero en satisfacer un antojo. Pero si esto no es sencillo para los adultos, pues será aún más complicado para los niños, ya que consumir de manera responsable requiere de una reflexión, conciencia y sobre todo  autocontrol. Es por esto que no solo debemos enseñar a nuestros hijos el valor del dinero, si no también, el valor de lo que tenemos gracias a él.  Cada posesión debe ser cuidada y atesorada sin importar cuántas más bellas y nuevas existan en el mercado.

Incluir un planner familiar sobre los gastos que debemos hacer en casa cada mes, puede ser una buena manera de hacer que nuestros hijos visualicen y entiendan lo que significa ser responsables con nuestros consumos.

Ahorro:

Así como aprendemos a ser responsables con nuestros consumos, también aprendemos a guardar nuestros dinero hoy, para poder usarlo mañana.

Ahorrar puede ser casi imposible para los niños, al no poder satisfacer un gusto de manera inmediata y tener que esperar por algo.  Se trata de una pequeña gran tortura. Afortunadamente no es imposible y con una buena conversación, un plan familiar y un objetivo claro, puede lograrse, sin duda.

El ahorro puede ser de varios tipos, como el ahorro para comprar un chocolate, el  ahorro de semanas para comprar un juguete especial o tal vez un ahorro a gran escala que involucre a la familia entera, con el fin de un beneficio común. 

Normalmente los niños no manejan dinero, por lo que los cumpleaños, la caída de los dientes o las “propinas” (si es una práctica que manejan en casa), son un buen momento para hacerse de unas monedas y empezar a ahorrar. Una alcancía puede ser un buen estímulo para empezar.

Finalmente ahorrar para uno mismo o junto a toda la familia, significa un compromiso importante que no debemos romper aunque estemos aburridos. En todo caso si los niños se ponen ansiosos por la espera, recordemos juntos que cada día y cada moneda, estamos más cerca de lograr eso que tanto queremos.

Juegos en casa:

Vamos a aprender mientras jugamos. Podemos ofrecer  a nuestros niños material para un juego que simule el mundo del comercio. Podemos  dibujar billetes y monedas,  podemos hacer máquinas registradoras con cajas y materiales reciclados y podemos montar una tienda para jugar a las compras y las ventas. Los niños tendrán que aplicar sus conocimientos matemáticos para entender qué es lo que pasa cuando acompañan a mamá o a papá por leche y azúcar, y así al fin resolver el gran misterio de por qué el señor que atiende es tan bueno que cuando mamá le da dinero para comprar algo rico, él le regala dinero, también. Los juegos de mesa son una gran opción en este punto, por lo que si tienes un Monopolio guardado en el fondo del clóset, hoy es el mejor día para usarlo.

Pensar en nuestros hijos como los eternos pequeñitos que cargábamos en un solo brazo , es lo que nos pasa a todas las madres y padres del mundo, pero debemos dejarlos crecer y ayudarlos a hacerlo, entendiendo que son hábiles, creativos, inteligentes y, como siempre decimos,  capaces de aprender todo lo que nosotros estemos dispuestos a enseñar.

Preparemos a nuestras hijas e hijos para el futuro, con amor, con calma, sin drama y con mucho juego.