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¿Cómo participamos del aprendizaje de nuestros pequeños en casa?

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Ser madre o padre es sin duda una tarea muy complicada, y lo cierto es que nadie te  enseña cómo hacerlo. Criar a tus hijos supone convivir con dudas, incertidumbre, aciertos y muchos desaciertos Y claro, la opinión de todos a tu alrededor no hace más fáciles las cosas, sobre todo cuando estás  casi todo el día comunicándote con ellos para que sepan qué deben hacer, qué no deben hacer, cómo y cuándo hacerlo. 

Con frecuencia se siguen modelos educativos que se ven en casa o en hogares cercanos, en los que se aplica la disciplina punitiva a base de castigos, gritos, sermones, comparaciones o sanciones constantes, aunque en otros casos el ejemplo puede tratarse de una crianza totalmente opuesta donde nunca se dice que NO a nada y las consecuencias a las acciones, simplemente no existen.

El cansancio diario y las rutinas que tienes como madre  hacen que muchas veces no puedas detenerte a pensar en los efectos positivos o negativos de los modelos educativos que estás siguiendo. Pero existe una visión que logra un equilibrio al momento de educar a tus hijos y es La disciplina Positiva, que surge como una alternativa eficaz al exceso de autoridad  y a la permisividad extrema. Se basa en la colaboración, en el respeto, en el cariño, en la búsqueda y el reconocimiento de la autonomía de tus hijos, en la libertad  de actuación y en desarrollo positivo de los niños dentro de un ambiente sano y feliz.

El objetivo de este modelo es que los niños entiendan las normas que a su vez les aportarán la seguridad necesaria para su crecimiento, mientras encuentran el camino para ser responsables de sí mismos,  de sus acciones y por lo tanto, de las consecuencias de las mismas, lo que los ayudará a reconocer cuál es la mejor forma de comportarse en cada situación.

En el camino de la crianza, una de las dificultades más frecuentes es la de conseguir que los niños sigan las indicaciones que les das sin tener que repetirlas hasta el cansancio o llegar a hacerlo gritando. De hecho, gritar es contraproducente porque los hijos no hacen caso y tu te cansas de repetir las cosas sin ningún resultado o, incluso, el resultado contrario.

Como madre, es verdad que vas a seguir  guías y modelos educativos para  hacer las cosas de la mejor manera y es por eso que debes estar dispuesta a cambiar algunas estrategias o hábitos de ser necesario, para conseguirlo.

Aquí te dejamos una lista de consejos que pueden ser útiles para llegar a ese  tan anhelado equilibrio entre las indicaciones, la guía y la autonomía de tus niños.

Elegir el momento adecuado

Cuando les des  una indicación importante a tus hijos, es necesario evaluar el estado en el que se encuentran. No será lo mismo que estén calmados y serenos a que se encuentren muy exaltados, o que estén receptivos o a la defensiva. Por lo tanto, de ser necesario, habrá que dar unos instantes para que  se encuentren en óptimas condiciones para responder a la la situación comunicativa.

Cuidar cómo hablamos

Usar un tono de voz y un lenguaje corporal adecuado para que tus niños comprendan el mensaje, es simplemente la base de todo. Llamarlos por su nombre, agacharse y ponerse a su altura, mirarlos a los ojos, usar un tono de voz suave pero firme... Todo ello teniendo confianza en tu propia autoridad y con la seguridad plena de que estás haciendo lo correcto.

Ser claros y precisos al poner límites

Para que tus niños pequeños sepan exactamente qué es lo que tienen que hacer, debemos usar frases cortas sin sermonear ni dar gritos.

Pocas órdenes

Debes dar indicaciones de una en una y sin contradecirte. Si fuera necesario dar más de una consigna, asegúrate de separarlas en el tiempo para que puedan asimilarse y ejecutarse de manera pertinente.

Siempre en positivo

Las instrucciones siempre han de darse en positivo. Por ejemplo en vez de decir: “no corras por aquí”  podrías decir “por aquí hay que ir más despacio”. Si no lo logras desde el  principio, tranquila, es un ejercicio y toma tiempo.

Coherencia

La crianza que se hace en pareja, requiere de acuerdos y una misma visión de la educación que quieres para tus hijos, pero no es descabellado  pensar que habrá momentos en los que cada uno piense diferente. De ser el caso, apoyarse frente a los niños y respaldar lo que la otra parte dice, es muy importante. Cualquier “ajuste” entre adultos, debe hacerse en privado.

Ser consistentes

Para no confundir a tus hijos y no perder la autoridad que ya has ganado, hay que ser firme en las indicaciones dadas. Es decir, si un día  dices que hagan una cosa, al día siguiente no puedes decir lo contrario.

Reconocer sus logros y esfuerzos

Es positivo reconocer el cumplimiento de las normas que rigen en casa y celebrar su buen comportamiento es un aporte a la dinámica familiar saludable, pero no se trata de comprar un regalo cada vez que tus hijos hacen las cosas bien (pues esta es la maner en la que siempre deben ser hechas), si no de reforzar sus logros con mensajes positivos que alimenten el autoestima de tus niños, su autonomía e independencia.

Lograr una respuesta positiva y oportuna en tus hijos con respecto a las indicaciones que como madre estás “obligada” a dar cada día (muchas veces al día), no es algo imposible, sólo necesitas hacer lo que pides a tus niños en ciertas ocasiones: “hacer una pausa y pensar antes de comunicar algo”. La educación positiva y amorosa los niños, es un ejercicio que requiere práctica y constancia y estamos seguros que con dedicación y mucho amor, tu puedes lograrlo.  



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