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Que coman o que no coman: La eterna preocupación de una madre de pequeños... y grandes

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Si, ya eres un adulto responsable y tienes hijos y, además de llevarlos al parque, al cole, a las clases extracurriculares, a visitar a los abuelo, tíos y primos, de hacer tareas, jugar con ellos, contenerlos cuando su corazoncito se rompe porque alguien les dijo que Papá Noel no existe y el Ratón de los dientes es una mentira, ! tienes que alimentarlos! Y no una , sino tres,cuatro o cinco veces al día.  Pero claro, hablamos de niños pequeños que aún no deberían manipular una sartén caliente solitos y mucho menos sin tu supervisión y que no están en el momento de agenciarse solitos una comida completa tres veces al día, porque si los tuyos ya huelen a rayos, se depilan, afeitan y cuelgan selfies en redes,  probablemente esta nota no sea totalmente para ti…(aunque no nos engañemos, no importa cuán grandes sean tus beibis, seguro les haces su almuerzo cada día y se los mandas a la universidad o el trabajo en un taper que demorarán dos semanas en devolverte, ¿no?).

Que frustración tan grande la de las madres cuando la cara de asco de sus hijos, al saber de qué consta la comida de hoy, es la que más ven!

¿Locro? ¿frejoles? ¿arroz con pollo? ¿zapallitos? nada parece satisfacer su cada vez más exigente paladar. Seguro sería imposible contar las veces en las que prometimos y juramos nunca más preparar una sóla comida “para que sepan lo que es bueno” y vuelvan  llorando y suplicando por un plato de lentejas con higadito frito. Pero la realidad nos empuja a seguir adelante aunque estemos tentadas de huir cada vez que, entre lágrimas, hacemos una nueva lista de compras para el menú de la semana.

Lo cierto es que cada niño es un universo diferente  e inmenso con gustos y disgustos distintos a los de otros, que hará que hoy disfrute profundamente de un pancito con mantequilla que tal vez mañana sea la cosa más asquerosa que jamás probó. 

¿Cómo adelantarnos a esos cambios abruptos y poco lógicos y estar super preparadas para enfrentarlos? Bueno, la realidad es que es es simplemente imposible, pero sin duda hay cosas que podemos hacer para que la experiencia de alimentar a nuestros hijos  no sea la causa de nuestro ingreso a una institución psiquiátrica o el envejecimiento prematuro que te hará pasar por la abuelita de tu niña en la actuación de fin de año del nido. 

1. Primero lo primero: de la lechita a la papilla

Tu bebé tiene cinco meses y medio y le das la bienvenida al juguito de granadilla, el platanito, el zapallo y la papita amarilla, nada más emocionante que ver sus caritas de de desconcierto cuando prueban algo distinto al líquido dulce y tibio que, hasta ahora, tomó mañana, tarde y noche (y media mañana, media tarde, media noche, 2am, 4am, 6am,). Es momento de poner a trabajar a tu bebé! Por favor no licues su comida!, pícala  todo lo que puedas , pero deja que los trocitos existan, así les enseñas a masticar. Esto los volverá más tolerantes a las distintas texturas de la comida como la quinoa, el puré de yuca artesanal, las arvejitas partidas o la crema de verduras que tu licuadora de ínfima calidad,  deja como un frozen caliente. Masticar es justo y necesario y tiene más beneficios de los que imaginas, como una correcta asimilación de nutrientes, mejor digestión y el fortalecimiento de los músculos orofaciales.

2. Variedad

Si desde el principio les ofreces la oportunidad de probar distintos alimentos como frutas, verduras, cereales, menestras y además  encuentras formas novedosas al momentos de cocinarlos, será más probable que coman sin tantos “peros”. Dicen que en la variedad está el gusto y sin duda , es verdad. Aunque claro, todos tenemos nuestras preferencias y eso no tiene por que ser malo.

3. Ojito ojito

Como adultos somo capaces de servirnos un plato lleno de buenos sabores, sin dejar espacio para que la estética sea parte de la experiencia culinaria, pues nuestra rutina apuradita nos dice, muchas veces, que “así no más está bien”.

Cuando estamos enseñando a nuestros hijos a comer, no debemos olvidar que cada experiencia que ellos viven es una suma de estímulos sensoriales y la vista forma parte importante de la alimentación. Es por esto que servir la comida es una acción artística ligada a la estética y a la belleza,  que algunas veces será un éxito y otras, un fracaso (así que no te flageles, por favor). 

Los colores intensos de los vegetales y las frutas, las infinitas formas que puedes dibujar en el plato con un purecito de camote, o la magia que surge de la unión de una platanito y unos gajos de mandarina (más conocido en el mundo de la alta cocina  como platarino), son herramientas que puedes utilizar cada vez que te dispongas a diseñar un plato de comida en el desayuno, almuerzo o cena de tus niños.

Pónte creativa y explora sin temor la belleza al momento de comer.

4. Esto no es un restaurante!

Por más que siempre será una buena idea tomar en cuenta los gustos de tu familia a la hora de de alimentarlos, no puedes hacer un menú diferente para cada integrante. Conversa con tus hijos e involúcralos en el plan del menú. Habla con ellos para que sepan por qué es importante comer de todo y no sólo nuggets con papas fritas y mayonesa,  tal vez así los días que no toque su plato favorito, se sientan menos radicales con respecto a no comerlo.H

5. Hecho con sus manitos

La comida no aparece mágicamente en las ollas que mamá remueve entre vapores y humos de colores, si no que es (de hecho) preparada con tus manos. 

De la misma manera que  celebramos cada dibujo, escultura en plastilina, cada nueva palabra o descubrimiento que nuestros niños hacen, podemos celebrar su participación y ayuda en la preparación de los alimentos, haciéndolos sentir importantes y orgullosos de lo que hicieron.

Dales tareas sencillas que los mantengan ocupados mientras fortalecen  de su motricidad fina y desarrollan nociones lógico matemáticas, al mismo tiempo que trabajan en el ejercicio de la conversación a la par que tu disfruta de ver cómo se mueven sus manitos pequeñas, como por ejemplo: pelar arvejitas y contar cuántas entran en cada vaina, o (con un cuchillo con poco filo) cortar champiñones y tomatito. Deshojar unas ramitas de perejil o escoger el trigo para que se pase una sóla piedrita. Existen tareas sencillas que tus niños pueden hacer contigo en la cocina y sentir que son tus grandes ayudantes, lo que tal vez los lleve a valorar un poquito más cada cosa que hagas por ellos.

6. El momento importa

A veces comemos en la cama, en la sala, parados en la cocina o en cualquier otro lado, pues las responsabilidades y el cansancio, nos llevan a cambiar la rutina de acuerdo a lo que sucede alrededor nuestro. Pero sentarnos juntos a la mesa y compartir nuestros alimentos mientras hablamos de los proyectos que tenemos para cada día, o las sorpresas que nos llevamos mientras éste transcurría, además de crear hábitos saludables alimenta el alma,  refuerza el vínculo familiar y ayuda a nuestros niños a construir su identidad. A partir de ésto los niños asocian el comer con una sensación agradable y positiva, lo que te ayudará en el difícil camino de la crianza. 


Finalmente puedes leer 137 tips sobre cómo “alimentar mejor”, “más rápido”, “más fácil”. Sobre los envases que debes usar para guardar la comida, cómo hacer el menú para que nunca, nunca  devuelvan el plato o el tapercito lleno, pero lo cierto es que el mejor tip para una mamá con ganas de hacer las cosas bien,es conocer a su familia y tomar los consejos que combinen con ella, en vez de tratar de convertirla en la Familia Ingalls, cuando en la vida real son un poco más como Los Locos Adams.

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